jueves, 14 de noviembre de 2013

"Ël se sentó a esperar bajo la sombra de un árbol florecido de lilas..."

 Hermoso relato :"El árbol de lilas"

    Miniatura
    "Él se sentó a esperar bajo la sombra del árbol florecido de lilas..."

La escritora María Teresa Andruetto nos narra su historia de amor en la que nos interrogamos acerca del destino y la felicidad.El texto lo encontramos en la dirección del vínculohttp://200.58.118.132/feb.org.ar/PDF/El%...0de%20lilas.pdf. Por otros textor literarios pueden ingresaral foro de la FEB:"El árbol de lilas"

domingo, 10 de noviembre de 2013

10 de noviembre:"Día de la Tradición"




El Martín Fierro ilustrado por Fontanarrosa Les recomiendo la lectura en las aulas de las
 escuelas la edición del clásico "Martín Fierro"
   ilustrado por Roberto Fontanarrosa.
 Posee unas hermosas imágenes que atren
 muchísimo a los niños y acompañan la lectura
 de este texto que no debe faltar en las bibliotecas.     


"Para vencer un peligro,
salvar de cualquier abismo,
por experencia lo afirmo:                               

más que el sable y que la lanza,
suele servir la confianza
que el hombre tiene en sí mismo."


Consejos de Martín Fierro a sus hijos

sábado, 2 de noviembre de 2013

Nada más actual: "la imnolación por la belleza" de Marco Denevi

En tiempos en donde ser bello parece ser tan importante para muchas personas, lo que lleva a la discriminación, el "bulling " y la obsesión de muchos  que creen estar "del otro lado" es importante reflexionar  sobre cuánto estamos arriesgando por el solo hecho de "agradar a los demás"... Imperdible.

El erizo era feo y lo sabía. Por eso vivía en sitios apartados, en matorrales sombríos, sin hablar con nadie, siempre solitario y taciturno, siempre triste, él, que en realidad tenía un carácter alegre y gustaba de la compañía de los demás. Sólo se atrevía a salir a altas horas de la noche y, si entonces oía pasos, rápidamente erizaba sus púas y se convertía en una bola para ocultar su rubor.
Una vez alguien encontró una esfera híspida, ese tremendo alfiletero. En lugar de rociarlo con agua o arrojarle humo –como aconsejan los libros de zoología-, tomó una sarta de perlas, un racimo de uvas de cristal, piedras preciosas, o quizá falsas, cascabeles, dos o tres lentejuelas, varias luciérnagas, un dije de oro, flores de nácar y de terciopelo, mariposas artificiales, un coral, una pluma y un botón, y los fue enhebrando en cada una de las agujas del erizo, hasta transformar a aquella criatura desagradable en un animal fabuloso.
Todos acudieron a contemplarlo. Según quién lo mirase, semejaba la corona de un emperador bizantino, un fragmento de la cola del Pájaro Roc o, si las luciérnagas se encendían, el fanal de una góndola empavesada para la fiesta del Bucentauro, o, si lo miraba algún envidioso, un bufón.
El erizo escuchaba las voces, las exclamaciones, los aplausos, y lloraba de felicidad. Pero no se atrevía a moverse por temor de que se le desprendiera aquel ropaje miliunanochesco. Así permaneció durante todo el verano. Cuando llegaron los primeros fríos, había muerto de hambre y de sed. Pero seguía hermoso.